Pude haber sido española, costarricense, estadounidense e incluso portuguesa, ya que los orígenes de mi familia se remontan a todas estas naciones. Alguno de mis antepasados pudo no haber migrado, o pudo migrar a un país distinto, pero el recorrido de mi familia en busca de un futuro mejor me llevo a ese lugar del que he aprendido mucho, ese lugar que me hizo quien soy. 
Como jugar a la lotería con un globo terráqueo... |
El azar de mi nacionalidad no me quita mi orgullo. Vengo de una tierra que me enseñó interminables lecciones, de una ciudad cuyo constante cambio, para bien o para mal, me enseñó mucho sobre adaptabilidad, sobre creatividad, sobre ingenio e inventiva en el día a día. Cosas que solo los caraqueños saben, cosas que solo los venezolanos saben, cosas que nos hacen sobresalir en el mundo.
Según Gustavo Aguado, también caminamos distinto... |
Sin embargo, el concepto de nación me va pareciendo cada vez mas obsoleto. No porque no quiera la mía, o porque no quiera la que ahora me recibe y adopto como nuevo hogar, sino porque el patriotismo viene ligado con otro concepto que no le ha hecho mucho bien a la humanidad: el desprecio.
Para mi, el orgullo de ser venezolana quiere decir que recuerdo quien soy, de donde vengo y por que soy quien soy.
Quiere decir que somos capaces de cosas grandes con nuestras características únicas, así como lo han hecho miles de deportistas, músicos, científicos y diversos profesionales que nos representan en el mundo, y que nos podemos sentir orgullosos y felices de nuestro potencial y nuestros logros.
Quiere decir que sigo haciendo mis arepas y ofreciéndolas a mis compañeros de trabajo y estudio para mostrarles un pedacito de mi país, y que cada vez que pueda comerme un chocolate venezolano y decir que no hay nada igual, lo haré.
Y que si aparece un cuatro en escena le tengo que decir a todo el mundo que eso no es ningún ukulele (¡!) |
Quiere decir que mis hijos van a hablar español y van a conocer todo lo que yo conocí, y lo que no.
Quiere decir que mis nietos también van a hablar español y estar expuestos a mi cultura.
Quiere decir que mis bisnietos, a quienes aspiro conocer, también aprenderán lo que recuerde de todo eso, y así hasta que me dé la vida para perpetuar lo que aprendí siendo venezolana. De ahi en adelante, dependerá de ellos decidir si lo que les enseñé les gusta tanto como para mantenerlo vivo.
Sin embargo, para algunos, ser venezolano, estadounidense, canadiense (o quebequense), finlandés o surafricano se ha convertido en una exclamación de desprecio hacia lo extranjero, hacia lo que no es de mi grupo o no es como yo. Y eso se puede traducir a muchos otros aspectos como la religión, la política e incontables conceptos que dictan nuestra "pertenencia" a determinados grupos.
Y es que el sentido de pertenencia es algo sumamente apreciado por el ser humano, aunque nadie se siente a hablar al respecto. Nadie dice "necesito pertenecer a algo" como quien expresa otras necesidades vitales como "tengo hambre", pero todos lo sentimos. Y muchas veces con mas fuerza que el hambre y la sed, hasta el punto de que "no importa que no tengamos ni para comer, aquí lo que importa es salvar..." nuestro sentido de pertenencia.
Sin embargo, para quienes expresan su patriotismo de esa manera, su forma de reforzar este sentido de pertenencia es el desprecio hacia el que no es de su mismo grupo y lo hace sentirse "amenazado". Así como algunas personas buscan reafirmar su heterosexualidad hablando mal de los homosexuales.
Promover o prohibir
En este orden de ideas, la provincia en la que habito vive un momento histórico que puede definir muchas cosas. Muchos pensarían que se trata del debate sobre una ley que busca prohibir el porte de símbolos religiosos a los trabajadores públicos para proteger el laicismo del Estado, en una provincia donde gran parte de los edificios públicos tienen nombres católicos, la Asamblea Nacional ostenta una cruz y el elemento central de su bandera también es una cruz. (Y la autora de este texto es cristiana, criada en el catolicismo, egresada de colegios católicos y de universidad católica)
Otros pensarían que es el siempre presente debate del lenguaje, en una provincia francófona que forma parte de un país anglófono y siente la necesidad de defender su idioma y "protegerlo de la desaparición".
Sin embargo, ambos debates encierran conceptos similares a ese patriotismo descalificativo al que tanto le temo. Especialmente cuando se enfrenta la necesidad de defender el francés con la prohibición o inhibición del inglés, dos cosas que no están remotamente vinculadas.
Yo estoy de acuerdo con el hecho de que, si habitas Quebec, TIENES que hablar francés. De hecho, yo soy partidaria de que si habitas en cualquier provincia de Canadá, deberías hablar los dos idiomas oficiales de tu país: ingles y francés. Y eso incluye a Quebec.
Si no hablas francés, no puedes ver Chest Bras, y si no puedes ver Chest Bras, no has vivido. |
Sin embargo, la prohibición del inglés esta muy lejos de promover el francés, ya que la gente puede elegir absolutamente cualquier otro idioma del mundo si no se siente atraída por el idioma que se busca promover. Y ese debería ser el esfuerzo principal: la promoción del francés en lugar de la prohibición del ingles.
Una vez mas, prohibiendo/obstaculizando el ingles y en muchos casos actuando de manera agresiva contra quien lo habla, no estamos enorgulleciéndonos de la lengua francesa sino despreciando e incluso odiando a quien consideramos "el contrario", la lengua inglesa.
Chris Selley - National Post |
Muy por el contrario, Estados Unidos logro penetrar el mercado mundial con su cultura y su idioma a través de herramientas tan poderosas como el cine. Si hoy en día a la gente le parece "cool" el ingles, es probablemente a fuerza de tantas películas de Hollywood, extensamente comercializadas en todo el mundo. Por algo, aunque China es ahora dominante en términos económicos, probablemente como lo fue Estados Unidos en su momento, el porcentaje de no chinos que hablan mandarín no se compara ni remotamente con el porcentaje de no nacidos en países anglo que hablan ingles. Sin embargo, en el interior de esta nación también encontramos hoy en día muchas de esas expresiones de "orgullo americano=you foreigners suck".
And also you Americans who don't look like one (according to my distorted ideas) |
Volviendo al punto, esto de los idiomas es, como todo en este mundo, un asunto de marketing. Y eso es lo que me encantaría hacerles entender a quienes luchan por el francés en Quebec. No es que no luchen, es que lo hagan de la manera que mas (y mejores) resultados les va a dar.
El debate del lenguaje en Quebec es complejo y polémico, aunque para muchos que no han tenido la oportunidad de conocer esta dinámica pueda resultar absurdo que un tema como ese genere tantos desacuerdos y hasta encuentros violentos. Tal vez países como Bélgica o España, donde el debate de los idiomas también es intenso, tengan esta intensidad mas en mente. Pero eso sera tema de otro post.
Retomando lo que nos atañe en este post, el término político o nacionalista puede resultar mucho mas cercano para la mayoría. Y así se vive muchas veces en Venezuela, donde a veces "ser venezolano", "ser chavista" o "ser de oposición", quiere decir que el otro no sirve para nada, que hay que descalificarlo y hasta suprimirlo. Y a eso si que le tengo miedo, porque no hay nada que se perpetúe por mas tiempo que una guerra, sin importar las partes y sin importar si recuerdan la razón por la que están en guerra.
Quítate tu pa' ponerme yo
Y si algo ha resultado lamentable en estas transiciones republicanas en Venezuela (como ya lo vimos en el pasado en muchas otras naciones), es el hecho de que todos han proclamado igualdad pero han hecho lo mismo: cambiar la relación de poder, dejándola intacta. Destruir los vestigios de la república anterior (físicos, legales y morales) para comenzar una "nueva era" donde los símbolos son diferentes pero, muy en el fondo, nada ha cambiado.
Y expresemos nuestra tolerancia al otro derribando un monumento erigido a los inmigrantes |
Probablemente porque lo que tenemos en la mente es que "nosotros somos los mejores y los demás no sirven, así que hay que anularlos", en lugar de tener en la mente que este sistema de un grupo en el poder y los demás pisoteados realmente no sirve para nada ni va a cambiar nada mientras siga vigente.
Y el concepto de "patria" lamentablemente nos alimenta esa idea, porque hay un "verdadero venezolano" que puede ser adaptado a cualquier ideología de turno para crear un sentido de pertenencia que permita unirnos en contra del otro, en lugar de unirnos en pro de una mejoría sostenida.
Después de todo, un enemigo común une mas que cualquier meta intangible, como la prosperidad económica o el bienestar social.
Por eso, tan orgullosa como me siento de ser venezolana, aunque mi nacionalidad sea producto del azar, me da terror el patriotismo. No solo soy una inmigrante que viene de inmigrantes (concepto que también comienza a sonar obsoleto en el mundo globalizado), sino que hago mi mejor esfuerzo para no caer en la falacia de que el orgullo por tu patria viene inequívocamente ligado al desprecio por el extranjero.
Es como decir que si amas a tu pareja deberías odiar al resto de las personas. Es simplemente absurdo. Pero muchas veces no es tan fácil ver el absurdo cuando se trata de alguien diferente a uno. Alguien tan diferente que te cuesta entenderlo. Alguien tan diferente que te cuesta verlo como una persona igual a ti. Y eso se extiende a la nacionalidad, la política, la religión, la tendencia sexual y hasta el idioma.
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