Para describir nuestras diferencias, creo que nadie mejor que los líderes políticos actuales. Desde ambos bandos se utiliza el poder del vocabulario para diferenciar al otro, para convertirlo en objeto y hacer más fácil el dejar de verlo y encontrarlo como compatriota.
“Escuálidos” o “enchufados”, “apátridas” o “chabestias”, ya todos nos sabemos las etiquetas de memoria.
Pero resulta que tenemos también tanto en común.
Contrario a lo que puedan pensar muchas personas del oficialismo, quienes nos consideramos oposición no somos como los villanos de las caricaturas, que quieren destruir el mundo y no sé dónde pretenden vivir luego. Nosotros no queremos destruir el país, nosotros pensamos que el país está siendo destruido, y que puede estar mejor en otras manos.
Quienes estamos de este lado del conflicto somos diversos, no somos una masa uniforme que piensa igual y respalda todas las medidas de quienes han terminado por representarnos en el escenario político ante la opinión pública. Nosotros no queremos que vuelvan los vicios del pasado, pero tampoco queremos quedarnos con los vicios del presente. Queremos un futuro mejor, no una vuelta al pasado, porque no todo tiempo pasado fue mejor como dicen muchos.
¿Saben lo que sí somos? Personas al borde de la desesperación y la impotencia luego de haber sido sistemáticamente ignorados, despreciados e insultados durante los últimos 15 años. ¿Sabes, amigo chavista, por qué eso te suena tan familiar? Porque era lo mismo que tú sentías antes, con la que llamas la IV República que no volverá.
¿Y sabes qué pasó en aquel entonces cuando muchos de quienes hoy son fervientes oficialistas se cansaron de ser ignorados, despreciados e insultados? El oficialismo ha dado en llamarlo “el despertar del pueblo”. Hechos como El Caracazo, que hablan de la impotencia y la desesperación que estallan y terminan en hechos lamentables y bochornosos que luego queremos glorificar porque, por lo visto, no había otra manera.
El último resultado electoral habla de dos mitades de país que no sólo tienen dos visiones de país diferentes y aparentemente irreconciliables, también habla de una necesidad de conciliación. Sin embargo, el discurso de la división sigue prevaleciendo.
Sin ánimos de justificar la violencia, ¿qué esperaban que pasara con la población ignorada, despreciada e insultada durante los últimos 15 años si el Gobierno continúa ignorándolos, despreciándolos e insultándolos?
La gente se cansa. La gente se cansó de la IV y salió a las calles, y hoy esos hechos son glorificados.
¿Qué sugieres que haga la mitad del país que no tiene cabida en este sistema?, es decir, ¿qué harías tú si vivieras en un país donde el Gobierno te ignora, te insulta y te desprecia?, ¿qué hiciste en su momento cuando la IV República te ignoraba, te insultaba y te despreciaba?
La mejor cura para evitar la violencia es siempre ponerse en los zapatos del otro. Lamentablemente, en un país tan polarizado que no reconoce la existencia del otro, nos queda difícil.
¿Habrá algún esfuerzo? Veremos...
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