No sé qué pueda pasar luego de publicado este post. Si Chávez regresará, si la enfermedad resultará verdad o mentira, si vive o muere.
Lo que sí puedo decir es que, al momento de esta publicación, se acabaron las ambigüedades que hasta ahora han "protegido" millones de actos ilegales de un gobierno que se esconde tras los tecnicismos, como quien tira la piedra y luego esconde la mano.
"No es cierre, es 'no renovación de la concesión'"
Bajo la excusa de "tenemos todo el derecho de no renovar concesiones", 3.000 personas quedaron sin trabajo y los venezolanos perdieron el derecho a elegir, bajo un gobierno paternalista que no considera a sus ciudadanos lo suficientemente inteligente para cambiar de canal según lo que quieran (o "deban") ver.
En todo caso, en este momento se acabaron las simulaciones de legalidad. El período presidencial de Hugo Chávez terminó el 10 de enero de 2013, fecha en la cual éste debió presentarse ante la Asamblea Nacional para asumir su nuevo mandato consecutivo.
Sin embargo, desde hace un mes los venezolanos no han visto a su Presidente. Él no está en el país, no ha hecho ninguna aparición pública, no ha dado, como dicen, "señales de vida".
La voluntad de Chávez
Chávez, previendo la posibilidad de que esto podía pasar, expresó su deseo la última vez que fue visto: de no estar capacitado físicamente para asumir su nuevo período, Maduro debía asumir la Presidencia de la República y, si se diera una ausencia permanente, se convocaría a elecciones.
Sin embargo, ni siquiera el chavismo respeta a Chávez ahora. La pregunta es, ¿por qué la palabra de Chávez era santa hasta hace apenas un mes, y ahora se puede hacer lo que se venga en gana?
¿El juego del telefonito?
¿Qué pasaría si Chávez está secuestrado y sometido a la voluntad de los recaderos, y sus seguidores no hacen nada por ayudarlo?
A todas estas, nadie pide ni que quiten a Chávez, ni que pongan a Capriles o a ningún otro. Lo que se pide es que se respete el último deseo expresado por el Presidente y que no se deje al país acéfalo.
Finalmente, lo que se pide es que se deje de justificar lo injustificable. Que se dejen de dar excusas para la ilegalidad y la ineficiencia. Que por primera vez se sea coherente con el discurso dado.
Que se cumpla la ley, por el amor de Dios, porque ya, a estas alturas, una no halla cómo hacer para que se le escuchen sus preocupaciones como VENEZOLANA, sin que se le llame escuálida, apátrida, fascista, conspiradora o cualquiera de aquellos adjetivos sin sentido aprendidos al caletre, que se recitan como malcriadeces de niño que no quiere escuchar una reprimenda. O, peor aún, como persona necia que se empeña en hacerse daño cuando sus amigos y allegados le dicen "estás cometiendo un error y no queremos verte sufrir en el futuro".
Y sí, eso era todo. Cumplo con mi deber de decir que esto está mal. No para los intereses ni ambiciones de nadie, sino para el país entero. Para los que aún viven en él, para los que ya nos fuimos. Para todos.
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