miércoles, 18 de noviembre de 2009

El cine del siglo XXI

Este fin de semana fui a ver una película que tenía muchas ganas de ver, especialmente porque su director me simpatiza. Be kind, rewind, o Rebobinados, o Amigos de Locura, elija cualquier título que le hayan puesto acá. Ya que tenía un cumpleaños en Las Mercedes, me decido por el cine del Tolón, para evitar rollos logísticos.

En primer lugar, el cine. Curiosamente, ese día no se podía pagar absolutamente nada con tarjeta: ni las entradas, ni las golosinas. Sin embargo, estaba dispuesta a dejar pasar esto aunque contaba con no gastar mi efectivo en esta ocasión.

Lo que merece mención aparte, y definitivamente nos hará congestionar los aeropuertos en un corto plazo es el público. Entramos a la sala, buscamos nuestro número de asiento y nos sentamos. Desde la llegada se veía (o escuchaba) un molesto grupo de unos 8 adolescentes a 5 filas de distancia de la nuestra. Aún quedaba la esperanza de que los ruidos insoportables que hacían fuesen sólo mientras la película no se proyectaba.

Pero no fue así. A ese grupo de adolescentes se sumaron al menos tres grupos más, de aproximadamente la misma cantidad de gente o hasta menos, pero igual de ruidosos.


El cine al que no quiero volver. Por no decir a ningún Cinex

Poco antes de comenzar la película, cuando se proyectaban los trailers, surgió el primer momento incómodo. Dos tipos sentados a tres butacas de las nuestras, que habían decidido instalarse allí arbitrariamente aunque ese no fue el boleto que compraron. Al llegar los verdaderos dueños de los asientos, se formó un pequeño altercado con la acomodadora, ya que los individuos en cuestión se negaban a ubicarse donde les correspondía.

Total que, después de idas y venidas de gente delante de nosotros, arranca la película. Los grupitos indeseables no dejaron de hablar, gritar e incluso hacer ruidos de flatulencia durante toda la película. Cada vez que alguien hacía la onomatopeya propia de pedir silencio, ellos la empezaban a repetir, para hacer todo más estresante.

Para más remate, el adulto sentado detrás de mí, que por cierto era mayor que yo, no paraba de hablar y patear el asiento durante toda la película. Allí noté que no era sólo inmadurez adolescente. ¿O sí?

Varias personas se fueron molestas de la sala. Yo, aunque tenía serias ganas de levantarme y golpear a alguno de los malcriados adolescentes, decidí que no iba a ceder mi terreno, que no iba a regalar mi entrada. Me quedé, pero admito que no disfruté una excelente película.

El lugar donde me invitaban insistentemente los adolescentes

Y creo que esto puede ser perfectamente aplicado al país: si te quedas por no ceder tu terreno, resígnate a que no disfrutarás la película y te amargarás durante toda la proyección. La diferencia: una película dura, cuando mucho, un par de horas.

Ni sociedad, ni autoridad

De esta terrible experiencia cabe destacar dos puntos:

1. La sociedad se fue al demonio: acá no cabe hablar de clases sociales. Los asistentes a la sala evidentemente pertenecían a una clase que, cuando menos, no está pasando ningún tipo de incomodidad. Sin embargo, se comportaban como bárbaros, sin ningún tipo de respeto por el otro. Lo más triste es pensar que esa es "la generación de relevo", cosa que no le augura nada nuevo a este país por los próximos 20 años.

2. La autoridad no sirve para nada: en todos los países del mundo, en muchas de las salas de cine de esos lugares, hay algún idiota haciéndose el gracioso o, cuando menos, amargándote la proyección. La diferencia entre un país desarrollado y uno subdesarrollado no es la presencia o ausencia de idiotas que infrinjan las normas, sino la presencia de una autoridad que las haga cumplir.

Durante toda la película, no hubo absolutamente ningún individuo del personal del cine que entrara a llamar la atención de los molestos, o que los echara de la sala. Entonces, ahora ellos saben que pueden dedicarse a arruinar funciones y salir impunes.

Peor aún, si directa y activamente buscas a alguien del personal del cine para que resuelva la situación, tampoco sucede nada. Sin embargo, pagamos nuestra entrada completa para disfrutar del servicio, pero nadie nos lo garantiza.

Otra razón más por la que la piratería y los torrents ganan cada vez más terreno en este país: porque salir de la casa es cada vez menos tolerable, ya sea porque corres riesgo de que te roben, maten, etc., o porque la gente cada día te respeta menos, y cada día provoca más ira.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que también hay un grave error de programación. Teniendo Cinex algunas salas más "de ensayo" como el Centro Plaza o el mismo Lido, ¿por qué poner esta película de autor en el Tolón?
Gondry no es un director sencillo, pero tal vez algún ejecutivo vio a Jack Black en la caja y pensó que se trataba de una comedia ligera.
=(

Unknown dijo...

Y eso no es nada comparado con ir al cine en maracaibo... es mucho peor... te dan ganas hasta de salirte de la pelicula y comprarla quemada a algun buhonero...

http://garrick-paraleer.blogspot.com/

Marta M dijo...

Holla!
Le hablo desde Portugal -Europa.
Me ha gustado lo que escribe e los assuntos que seleciona.
Volveré e intentaré dominar el idioma para hablar com ustedes.
Gracias.
Desde el frio Europeu, saludos
Marta M
www.domeulugar.blogs.sapo.pt

Anónimo dijo...

Es cierto lo que dices, pero creo que eso debe de ser una exepción.

Les recomiendo mi blog. Esta pensado para estudiantes de medicina.

http://www.neogalenos.blogspot.com

the goddamn devil dijo...

Ah bueno como te explico...
eso que dices pasa mucho en las salas de cine sin distingo de cines unidos o cinex, la gente parece que le gusta hacer el idiota fuera de su casa, total si lo apoyan mucho màs...
yo por lo menos centro plaza o circuito gran cine, ah y pura pelicula de clase c pa lante, es la unica manera de que uno medio disfrute la cosa
saludos me gusta como escribes

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