Ineptitud, proselitismo... ¿o todas las anteriores? parte II

Viene de aquí...

Me cuesta mucho enfocarme en uno de los dos temas que surgen en este post. Por una parte, la maquinaria estatal es, como diría Francisco Coello, un gordo amorfo, celulitoso y grasoso lleno de cargas innecesarias por todos lados, que camina y actúa con lentitud por tener que cargar con ese montón de peso sobrante. El peso vendría siendo ese más de 50% de personal que realmente no es necesario.

Por otra parte, ese gran gordo está utilizando la poquísima energía y eficiencia que tiene en cualquier cosa menos en lo que realmente tiene que hacer. Cuando la Asamblea Nacional le dice al país que no tiene tiempo para discutir los temas de interés porque está enteramente dedicada a la enmienda, se anulan mis posibilidades de entender a la gente que vota Sí.

¿Estás votando sí por un sistema que te dice abiertamente que no te puede atender porque está haciendo campaña? Entonces, ¿qué va a pasar cuando los necesites?, ¿te van a abandonar para ganar un par de cargos públicos?

Por esas cosas, cuando me hablan de los desaparecidos de la cuarta, de la opresión de la cuarta y de la corrupción de la cuarta, sólo se me viene una cosa a la mente: esto es lo mismo, pero disfrazado de otra cosa.

Una vez fui a Sukihana y pedí un combo que incluía cuatro piezas de Alaska (salmón, aguacate y queso crema), cuatro de California (cangrejo, pepino y queso crema) y Dinamita (igual al anterior pero cubierto con pasta de cangrejo) El detalle: la cajera no sabía que no había cangrejo.

El chef, para cumplir con la orden, hizo lo siguiente: preparó doce piezas de Alaska: a las primeras cuatro les puso ajonjolí por encima, como la presentación regular del Alaska; a las cuatro siguientes les puso huevos de cangrejo por encima, como usualmente viene el California; y a las últimas cuatro las cubrió con pasta de cangrejo, como un Dinamita.

En conclusión: me comí doce piezas de Alaska, ocho de ellas disfrazadas de California y Dinamita. Así me siento con este gobierno.

Por ejemplo: Jorge Rodríguez (alias “árbitro imparcial”) utiliza una gorra del PSUV mientras ejerce su derecho al voto, violando las reglas del CNE, del cual él mismo fue presidente (suponemos que se debe saber las normas, ¿no?)


Pero el remate es su brillante excusa: “es que X líder opositor hizo lo mismo”.

Pregunto:

¿y si él se roba un carro, tú también lo haces?

¿y no se supone que si tú eres un ejemplar líder político deberías dar el ejemplo ante la ciudadanía en lugar de infringir la ley y sentar precedentes negativos?

y la peor de todas: si vas a hacer –y a ser- más de lo mismo, ¿en qué consiste la revolución?, ¿en un montón de tipos vestidos de rojo haciendo lo mismo que los que se vestían de blanco o de verde?

¿Todos estos diez años eran un simple problema cromático?


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