domingo, 12 de septiembre de 2010

Astuta intimidación. Las elecciones son mías

Durante la campaña electoral con miras a las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre hemos visto por toda la autopista y otras vías principales pendones con la imagen del presidente Hugo Chávez invitando a votar por sus candidatos.

Sin embargo, lo más llamativo ha sido verlo encabezando caravanas con sus apadrinados vistiendo además una chaqueta con el tricolor patrio. Una doble violación a la ley: el funcionario público haciendo campaña y utilizando los símbolos patrios en ella.

Lo mejor de este cuadro es la parte en la que el Presidente afirma que no va a dejar de hacerlo, y el Consejo Nacional Electoral dice que no va a sancionar esta falta.

Más allá de las reacciones que esto pueda generar en los representantes de la oposición y en la sociedad, queda claro que las acciones presidenciales jamàs son al azar y siempre encierran un mensaje.

En este caso, como en muchos otros, el mandatario nos dice "sí, yo violo la ley y no me importa. Además, todos me lo van a permitir, sobre todo el CNE".

En pocas palabras, el Presidente nos quiere decir con esto "las elecciones son mías, así como la campaña lo es".

Por supuesto, muchas personas que vean al CNE haciéndose la vista gorda ante semejantes violaciones al reglamento electoral podrían desmoralizarse y no ir a votar, creyendo su tiempo perdido.

Es precisamente la desmoralización del adversario una de las armas más poderosas. Los dos sentimientos que pueden llevar a tus electores a no votar, y a ti a perder una elección son la sensación de derrota inminente y la excesiva confianza de la victoria.

El presidente alegó esto durante las elecciones de la reforma constitucional: sus partidarios estarían excesivamente confiados de la victoria y muchos decidieron no votar.

En este caso, ver al primer mandatario quebrantando la ley sin consecuencias y teniendo al árbitro de su lado crea una inminente sensación de derrota.

Sin embargo, es mucho más fácil hacer este tipo de jugada durante la campaña que durante las elecciones. Los observadores, "acompañantes internacionales", testigos y miembros de mesa existen, por lo que ocultar o desaparecer votos es bastante más difícil que hacerse el loco ante una violación del reglamento de campaña.

He allí la clave de la victoria para ambos bandos. La dificultad en la manipulación de cifras. Es un hecho que lo que puede hacerse en la campaña, favoreciendo a unos sectores por encima de otros, no puede hacerse durante el conteo de votos.

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