miércoles, 1 de junio de 2016

Yo no culpo a la madre, culpo al zoológico (QEPD Harambe)



La muerte del gorila Harambe en el zoológico de Cincinnatti ha desencadenado toda una ola de reacciones en las redes sociales, reacciones que me recuerdan a Cecil el león.

Harambe recibió disparos mortales luego de que un niño cayera a su hábitat y los encargados del establecimiento temieran por su vida. A pesar de que videos muestra conductas más protectoras que peligrosas, nadie quería arriesgar en lo más mínimo la vida del menor.

Las culpas se han esparcido por todas partes. Es evidente que nadie está de acuerdo con la muerte de Harambe, pero las opiniones son bastante variadas.

¿Por qué no usar un dardo tranquilizante? Aparentemente, éstos toman minutos en actuar y podían alterar a Harambe, causando que el gorila pudiera accidentalmente herir al niño.

¿Por qué la madre no estuvo pendiente del niño? Estoy de acuerdo en que toma un buen tiempo sin supervisión para lograr encontrarse en esta situación, pero toda persona que haya tenido niños a su cuidado sabe que sólo toma un parpadeo para encontrar a los pequeños en una posición indeseada.

Afortunadamente, en el caso de los que lo hemos vivido, no es nada más grave que un bebé cubierto de harina (o en mi caso con mi prima Andrea, de gel perfumado) de pies a cabeza. Por suerte, nada peligroso, sólo inconveniente.

¿Por qué las barreras no estuvieron lo suficientemente reforzadas para que el niño no hubiese podido acceder tan fácilmente al área donde se encontraba Harambe? Ahí es donde empiezan a acercarse a mi punto de vista.

Que un niño (o cualquier persona) caiga en el hábitat de Harambe es un hecho completamente previsible si manejas un zoológico. Al menos, si te preocupas por tener un buen manejo de crisis y pensar en los posibles escenarios negativos para el negocio que posees.

Ante esto, caben varias preguntas: ¿por qué el zoológico no actuó con mayor rapidez ante el hecho?, ¿no había un protocolo a seguir en estos casos o se trató de una respuesta impulsiva en el momento?

A riesgo de un linchamiento online, yo debo admitir que, no estando entrenada para manejar estas situaciones, si mi hijo cayese en manos de Harambe y tuviese un arma a mano (y buena puntería), probablemente hubiese cedido al terrible impulso de sacrificarlo. El asunto es que, en este escenario, no se trataba de gente cualquiera. se trataba de personal supuestamente "entrenado" para manejar animales salvajes y garantizar la seguridad de sus visitantes.

¿Por qué no había drogas de acción rápida para dormir a Harambe instantáneamente? Es otra pregunta bastante válida. ¿Por qué las barreras no estaban mejor reforzadas? Es otra de las preguntas que yo me hago. Más específicamente, ¿por qué no hay un segundo nivel luego de la barrera, de manera que quien caiga no acceda al hábitat de Harambe sino a una "mezzanina" donde no corra peligro? Hay miles de maneras de garantizar la seguridad de los visitantes a un zoológico, simplemente no se utilizaron.

Pero la última de las preguntas para mi es, ¿por qué se tenía a un gorila encerrado en un falso hábitat para el entretenimiento de la gente cuando ha podido estar en una reserva forestal siendo protegido? 

El simple hecho de que existan los zoológicos es la razón por la que Harambe falleció.

En mi última visita al zoológico de Caricuao, antes de venir a Montreal, entendí finalmente la atrocidad de los animales en cautiverio en lo que podría calificar como mi segundo paso hacia el vegetarianismo.

En el zoológico, un cunaguaro en cautiverio caminaba repetidamente de un lado al otro, al lado de la barrera de su jaula, un metro hacia adelante, y de regreso. Lo había hecho tanto y de manera tan obsesiva que había marcado un surco en el suelo de tanto caminar. Era evidente que el cautiverio y la falta de socialización lo habían enloquecido.

Meses antes, uno de los elefantes había fallecido. El zoológico ni siquiera era como lo recordaba cuando era niña. Independientemente de la falta de recursos de la "Venezuela socialista", muchos zoológicos simplemente no invierten lo suficiente en el bienestar de sus animales, comenzando por que el hecho de tenerlos en un hábitat artificial y sin un grupo social como están acostumbrados es suficiente para deprimirlos. Algunos incluso mueren de hambre, dejan de comer producto de la depresión.

Sin embargo, los zoológicos siguen existiendo y siguen siendo masivamente financiados por sus asistentes. Muchos justifican la existencia de los zoológicos con la necesidad de aprendizaje sobre la fauna, cuando en realidad un animal en cautiverio poco nos puede enseñar sobre sus hábitos reales. Esto, en plena era numérica, cuando podemos tener acceso a videos e información del animal que queramos en su hábitat natural.

Otros se justifican diciendo que su labor preserva las especies. Sin embargo, muchos terminan matando a sus animales en episodios como el de Harambe o en otros aún peores, como el del zoológico de Copenhague, que mató a un bebé jirafa para dárselo a los leones (lo cual podría pensarse es aproximado a la realidad, aunque anula por completo el instinto de caza de los felinos) y posteriormente mató a cuatro leones para mejorar la genética de su programa de cría de esta especie.

En todo caso, mi conclusión sobre este hecho es que el culpable del suceso es el zoológico de Cincinnatti, por tomar para su lucro una labor para la que no están preparados: no están preparados para garantizar la seguridad de sus visitantes ni mucho menos la seguridad de los animales que mantienen en cautiverio.

Profundamente, también siento que todos le fallamos a Harambe por haber financiado o continuar financiando la industria de los zoológicos, la cual en el mundo moderno no debería existir.

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